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sábado, 6 de junio de 2020

Cuando nada tientes, nada puedes perder (06.06.2020)

Cuando nada tientes, nada puedes perder (06.06.2020) 

Eran tiempos muy difíciles para aquellos que nada tenían, la pobreza era su única compañía. Tal era su escasez, que algunos aldeanos arrebataban aquellos que todo tenían, nada daban y mucho sumaban, el pienso a los animales de las granjas de los pudientes.

Eran conocidos por el nombre de miseria, con el apellido de indigencia. Trabajo no tenían y ganas le sobraban, pero la economía que reinaba en el lugar, prefería mantenerlos en la necesidad más absoluta para poderlos amansar, y que de esta manera dejaran de protestar. Si alguno alzaba la voz, se quedaba sin ración, en ese sentido ellos decían que era mejor callar, padecer y sufrir a gritar, luchar y vivir.

El tiempo pasaba, las penurias aumentaban, le gente enfermaba, moría y apenas comían, pero ellos sumisos seguían. Todos asustados, la cabeza agachada; con todo aquello el amo se engrandecía.

Dio la casualidad de que por aquellos parajes pasara un joven aventurero, al ver como subsistían, mejor dicho, como poco a poco morían los que allí moraban, se asustó; sin poder evitarlo el joven preguntó:

—¿Mis queridos aldeanos, de dónde os viene el mal que sufrís?

Y respondieron con desesperación: —¡De la escasez, joven señor! Como puede ver, nada tenemos, el amo menos da, porque solo piensa en acumular.

—¡Entonces, si nada tenéis, nada podéis perder! ¿De qué tenéis miedo, pues? —Respondió, a la vez que preguntó, aquel joven señor.

Todos en aquél preciso instante se quedaron pensativos, no se oía ni un simple murmullo, ni un susurro, ni una mosca, éstas también escaseaban, de ahí que no se las vieran ni tampoco se las oyera.

El joven ante tanto silencio y quietud, agregó: —Ya que, según ustedes, el amo se queda con todo, pues por el mismo motivo, que se quede también con el miedo.

Y, así fue, se armaron de valor, marcharon todos juntos a la residencia del amo y patrón. Entonces, todos, sin excepción, los miedos allí dejaron.

Desde ese momento la escasez, la pobreza, la miseria y la indigencia, de la aldea se marcharon. Todos vivieron felices, pudieron tener al final cubiertas sus necesidades pues el miedo se quedó con el dichoso patrón, y ahora, a ellos el valor les acompañó.

bayekas


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