Reflexiones
(02.06.2020)
Reflexiones (02.06.2020)
Quiero aclarar que antes, al igual que ahora, mis conocimientos en la escritura son nulos, si escribo es para corregir las inmensas faltas de ortografía que tengo. Es como aquél que va al médico, éste le cuenta al galeno todas sus dolencias. El licenciado después de escucharle detenidamente, le aconseja una serie de remedios para que desaparezcan esos males que achaca de salud. En ese sentido, puedo decir que, estando consultando con mi profesora de clase de literatura y lectura mi batallar con la ortografía y la gramática; la profe como remedio para ese mal que yo padecía y padezco, pues no ha desaparecido del todo, solo ha sido en parte, me aconsejo que, lo mejor para todo eso era y es leer mucho, del mismo modo que escribir, cuanto más mejor, que no me preocupara de su utilidad, simplemente como ejercicio. Y así lo hice y lo sigo realizando. Leer, leer y leer, escribir cualquier tontería que se me ocurra, con ello voy practicando la gramática, y me voy dando cuenta de la ortografía.
Hace un tiempo me vino la vena de escribir las cosas que me venían a la cabeza, andaba por aquí por allá con una pequeña libreta dónde iba anotando todo aquello que se me ocurría sin pensar en que utilidad le daría a posteriori. Me sentaba en una terraza a tomar un café y, mi pequeña libreta era la única compañía que necesitaba en esos momentos. La abría, tomaba el boli y me detenía en mirar lo que me rodeaba, sin más, como el que se para delante de un escaparate esperando ser sorprendido por las novedades expuestas detrás de sus inmensos cristales. A veces, desentendiendo del comercio, me daba la vuelta a toda la fachada llena de esas cristaleras expositoras de mercancía. Me daba igual lo que allí se expusiera, el tiempo muerto que se tiene para no hacer nada, lo invertía en esas banalidades sin utilidad alguna.
Hoy,
me puse hacer limpieza de papeles viejos, con anotaciones de hace años. La
verdad es que me estoy divirtiendo leyendo las gilipolleces que uno anota sin
ningún sentido. Esto de leer lo que uno anota sin ton ni son, para posteriormente
dejarlo encerrado en una caja, como el que encierra algo a perpetuidad, pero
pasado un tiempo, te acuerdas de que has condenado algo a la soledad sin luz,
ni visibilidad. En eso, de que, empieza a recorrerte ese escozor de
culpabilidad sin sentido, y te preguntas por qué. Ante esta pregunta que te
haces, dejas todo lo que estás realizando en esos momentos y te acercas a donde
tienes olvidad esa caja con esos pequeños recuerdos. La abres, sacas todo lo
que en ella se encuentra, sintiendo un alivio en todo el cuerpo, que deja atrás
ese sentido de culpabilidad que te invade; como un resorte, vas e indultas al
preso sabedor de que es inocente y ha estado demasiado tiempo privado de
libertad por algo que nunca dijo ni hizo. Hoy, esa acción la he realizado con
unas notas que, en sí, no tienen ningún fundamento de existir, solo es el caprino
de unos años en lo que el tiempo no tenía un uso tan esencial y necesario como
ahora.
Una
de aquellas triste anotaciones:
Vivir
temiendo, es vivir en el servilismo.
Esta
frase al igual que tantas otras, nos van indicando nuestro comportamiento en la
vida. Esto es así, no porque se diga, es porque así lo vamos realizando en
nuestro camino de supervivencia.
Quedando
claro que este principio activo de nuestra existencia, estamos obrando
contrario a nuestros intereses, Por ello debemos ver que nuestra vida es servil
sin ápice de rebeldía.
bayekas
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