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jueves, 28 de mayo de 2020

Un hola al mundo en la noche (28.05.2020)

Un hola al mundo en la noche (28.05.2020) 

Es de noche, miro por mi ventana, que es una gran puerta al mundo exterior. Me quedo con la vista fija en la inmensidad que tengo ante mí. Aspiro profundamente llenando mis pulmones con todo el aire que me es posible, y al mismo tiempo que inspiro, suelto un profundo y clamoroso hola al mundo.

Una vez pronunciado mi saludo, me quedo quieto y meditabundo, no espero respuesta, simplemente es el placer de escuchar el silencio de la noche después del saludo, ésta que tengo presente ante mí.

De verdad, no es para menos el repetir el placer que siento con este silencio, lo llena todo. Y sí, además, le acompaña la oscuridad de una noche serena, es mucho mejores mejor que mejor.

Estando en mi complacencia del silencio, ensimismado en él, suena a lo lejos un hola tremendo, que resuena y rompe está placidez contemplativa en la que voluntariamente me he envuelto.

Me pregunto con asombro ¡No puede ser el eco? Y queda claro que no lo es, porque de nuevo se vuelve a oír ese hola. No contesto porque me duele romper ese bello silencio, presente en esta noche tan amena, así pues, lo dejó pasar, sin más.

Yo, ya he hecho en esta noche mi saludo al mundo, no espero que esté me conteste, pero esto no es así, el hola vuelve a resonar nuevamente, se repite en una constancia que es perturbadora. Ya no hay silencio, este se rompe consecutivamente según se va oyendo el hola, una, dos, tres,...

No me duele el hola en sí, me duele que el silencio tan hermoso con que la noche nos arropaba se disuelva, desaparezca, y el sin sentido del hola retumbe a lo largo del tiempo en el que esté presente esta noche tan cándida.

Otra y otra vez, más otra, vuelve a sonar, a tronar el hola. No lo puedo soportar, de verdad, me duele oírlo tantas veces repetida.

De pronto se abre la puerta de mi habitación, entra un señor con una bata blanca, con mascarilla que le cubre la boca y la nariz, y entre las manos sostiene una jeringuilla. Se aproxima hacia mí. Me toma el brazo suavemente, conectando la jeringuilla con una de mis venas, muy lentamente introduce su líquido. Tras esto oigo un hola nuevamente, pero lo acompaña un "mañana será otra noche". Duérmete y descansa querido enfermo.

Me invade una somnolencia, poco a poco voy cerrando los ojos y quedándome tumbado y quieto en mi cama. Ya no oigo ese hola tan irritante en la noche placentera. Ya todo es silenció y calmaaaaaa...

bayekas


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