¡Atreveté!
¿Y si eliges ser feliz? - Fernando Botella
Un
día, el viejecito decidió hacer un viaje en barco en el que se encontró a un joven
estudiante.
El
joven preguntó al sabio anciano:
—¿Ha
viajado usted mucho?
A
lo que el anciano contestó que sí.
—¿Y
ha estado usted en Damasco?
A
lo que el anciano volvió a responder que sí y que allí había paseado por la ciudad
y recogido muchos olores únicos y el ruido de su zoco.
Mientras
el viejecito hablaba, el joven le interrumpió:
—Ya...,
ya veo, pero ¿ha estudiado usted en su escuela de astronomía?
El
anciano le dijo que no.
A
lo que el estudiante puso cara de sorprendido y exclamó:
—¡Entonces,
usted se ha perdido media vida!
El
sabio anciano se encogió de hombros mientras el joven seguía hablando...
De
nuevo preguntó:
—¿Y
ha estado en Alejandría?
El
anciano contestó hablando de la belleza de la ciudad, describiendo rincones inéditos
como su faro o el puerto, las calles abarrotadas de gente...
—Ya
veo que también ha estado allí —interrumpió de nuevo el joven—. Pero ¿ha estudiado
en la biblioteca de Alejandría?
El
anciano volvió a negar con la cabeza y el joven añadió:
—No
lo puedo creer, un sabio como usted... ¡Entonces, usted se ha perdido media
vida!
El
sabio le miró a los ojos, pero no dijo nada.
En
ese mismo instante también vio que en el otro extremo del barco empezaba a entrar
agua.
El
barco se estaba hundiendo.
Pero
el estudiante no dejaba de hablar y ni se daba cuenta de lo que pasaba.
Enumeraba
todas las universidades por las que había pasado, todas las bibliotecas y una
retahíla de escuelas de diferentes especialidades.
En
ese momento, el sabio, interrumpiéndole, le preguntó:
—¿Y
has aprendido a nadar en alguna de esas escuelas o universidades?
—No
—respondió el estudiante.
El
anciano se arremangó los pantalones y se puso de pie cuando ya el agua les llegaba
a la cintura. Y antes de saltar por la borda comentó:
—Pues
entonces has perdido la vida entera.
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