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martes, 5 de mayo de 2020

Lee este cuento árabe que dice así (05.050.2020)

Lee este cuento árabe que dice así (05.050.2020):
¡Atreveté! ¿Y si eliges ser feliz? - Fernando Botella
Existió un viejo sabio del que todos decían que en su cara podía leerse
sabiduría.

Un día, el viejecito decidió hacer un viaje en barco en el que se encontró a un joven estudiante.

El joven preguntó al sabio anciano:

—¿Ha viajado usted mucho?

A lo que el anciano contestó que sí.

—¿Y ha estado usted en Damasco?

A lo que el anciano volvió a responder que sí y que allí había paseado por la ciudad y recogido muchos olores únicos y el ruido de su zoco.

Mientras el viejecito hablaba, el joven le interrumpió:

—Ya..., ya veo, pero ¿ha estudiado usted en su escuela de astronomía?

El anciano le dijo que no.

A lo que el estudiante puso cara de sorprendido y exclamó:

—¡Entonces, usted se ha perdido media vida!

El sabio anciano se encogió de hombros mientras el joven seguía hablando...

De nuevo preguntó:

—¿Y ha estado en Alejandría?

El anciano contestó hablando de la belleza de la ciudad, describiendo rincones inéditos como su faro o el puerto, las calles abarrotadas de gente...

—Ya veo que también ha estado allí —interrumpió de nuevo el joven—. Pero ¿ha estudiado en la biblioteca de Alejandría?

El anciano volvió a negar con la cabeza y el joven añadió:

—No lo puedo creer, un sabio como usted... ¡Entonces, usted se ha perdido media vida!

El sabio le miró a los ojos, pero no dijo nada.

En ese mismo instante también vio que en el otro extremo del barco empezaba a entrar agua.

El barco se estaba hundiendo.

Pero el estudiante no dejaba de hablar y ni se daba cuenta de lo que pasaba.

Enumeraba todas las universidades por las que había pasado, todas las bibliotecas y una retahíla de escuelas de diferentes especialidades.

En ese momento, el sabio, interrumpiéndole, le preguntó:

—¿Y has aprendido a nadar en alguna de esas escuelas o universidades?

—No —respondió el estudiante.

El anciano se arremangó los pantalones y se puso de pie cuando ya el agua les llegaba a la cintura. Y antes de saltar por la borda comentó:

—Pues entonces has perdido la vida entera.

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