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martes, 19 de mayo de 2020

Un grupo soberanista con consejo del PP (19.05.2020)

Un grupo soberanista con consejo del PP (19.05.2020)
Papel mojado - Revista Mongolia
Si alguna vez Cataluña lograra la independencia, los nacionalistas deberían
agradecérselo al rey Juan Carlos I, a José María Aznar, a Rodrigo Rato, a Jorge Fernández Díaz, a Esperanza Aguirre…

No solo porque sus posiciones intransigentes son a menudo una fábrica de independentistas en Cataluña, sino también porque su huella es bien visible en el Consejo de Administración del Grupo Godó, el medio clave en la creación de una mayoría soberanista en Cataluña, sobre todo desde 2011, cuando La Vanguardia empezó a editarse también en catalán y sintió que debía competir con el independentistaAra.

La manifestación independentista del 11 de septiembre de 2012 y el órdago soberanista que le sucedió, con elecciones anticipadas incluidas, sería incomprensible sin los poderosos medios del Grupo Godó jaleando la nueva agenda de Artur Mas, que en los dos años que duró su primera legislatura concedió al conglomerado de comunicación un mínimo de quince millones de euros y situó al frente de los medios públicos a ejecutivos procedentes del grupo privado, en teoría su principal competidor.

Con la crisis financiera de El Periódico, controlado ahora por un consejero delegado impuesto por La Caixa —e imputado por Bankia—, La Vanguardia se ha quedado solo como medio de referencia. El diario, tradicionalmente de orden, apoyó la deriva de Mas, y su escaparate de columnistas está copado por la intelligentsia independentista. RAC-1, la radio del grupo, se ha consolidado como la primera emisora de Cataluña con una línea abiertamente independentista y de exaltación al proceso de ruptura.

La gran paradoja es que esta conversión de La Vanguardia se materializó con un Consejo de Administración del grupo copado por directivos muy próximos al poder de Madrid y a los notables del Partido Popular.

El diario El Mundo puso un gran empeño en subrayar la contradicción de que el dueño del periódico clave que ha empujado hacia la nueva mayoría soberanista sea precisamente el conde de Godó, Grande de España, distinción concedida por el Rey en 2007. Godó es quizá el último de los editores y su familia mantiene el control del grupo, con su hijo Carlos como consejero delegado y su hija Ana también en el consejo.

Pero la contradicción va en realidad mucho más allá.

El director del diario, José Antich, es también consejero. Y fue nombrado en 2000, apenas nueve días después de la mayoría absoluta de José María Aznar, por sugerencia expresa de este, según coinciden todas las fuentes consultadas.

Otro consejero de peso es Luis Conde, una de las personas más influyentes en Barcelona, presidente de Seeliger y Conde, justo la empresa que contrató a Esperanza Aguirre sin renunciar siquiera a la dirección del poderoso PP madrileño, motor del sector más duro y neoliberal de todo el partido.

En el Consejo de Administración tiene también asiento el financiero Joaquín Güell Ampuero, uno de los magníficos de Lazard que abrieron las puertas a Rodrigo Rato para que pudiera salir en puente de plata el Fondo Monetario Internacional (FMI) y regresar a Madrid. Güell Ampuero es también socio del ex vicepresidente económico en la empresa Paracuga, creada por varios de los magníficos de la poderosa boutique de inversión.

Y Enrique Lacalle, dirigente del PP de la máxima confianza del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, el hombre encargado durante años de engrasar la maquinaria del PP catalán y particularmente del clan fernandista, muy asociado a Antich. En 1997, cuando trascendió que el financiero Javier de la Rosa había efectuado pagos al PP, Lacalle admitió haber sido receptor de fondos. Y lo justificó con una frase que se hizo célebre y que nunca tuvo la más mínima consecuencia: «Todos los partidos han pasado el platillo», proclamó.

A finales de la década de 1980, el fernandismo había convertido al PP catalán prácticamente en una sucursal de CiU, que había llegado a acudir al rescate de la rama catalana del partido conservador español ante apuros financieros puntuales. Entonces, el secretario de Organización de Convergència era Josep Caminal, dirigente de la máxima confianza de Miquel Roca y como este adscrito al sector más proclive a involucrarse en la gobernación de España. Caminal, que luego dirigió el Liceo, también es consejero del Grupo Godó.

El consejo se completa con Bartolomé Masoliver, muy vinculado a Isidro Fainé y a La Caixa. El jurista es miembro del bufete Brugueras, García-Bragado y Molinero, fundado por el secretario del Consejo de CaixaBank y que asumió la defensa de Iñaki Urdangarín. Masoliver preside el Comité Catalán del Club de Roma, que para el conjunto de España dirige Fainé.

El Grupo Godó fue clave para calentar la olla a presión soberanista. Hasta que la alta temperatura amenazó con convertir el Consejo de Administración en una sauna.

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