Cartas
viejas, aventuras del pasado,
de
un pasado que ya nunca volverá.
Me
pregunto para qué las he guardado.
¿Para
qué? Si da tristeza recordar...
Ilusiones
que nos dieron la fragancia
que
llenaba el corazón primaveral
de
la novia que tuvimos en la infancia
de
la única que no nos hizo mal.
Cartas
viejas...
Nadie
sabe las historias
que
aquí dentro hay encerradas
que
jamás renacerán.
De
mujeres que eran buenas,
de
mujeres que eran malas,
y
que nunca pude amar.
Cartas
viejas...
Cuánto
amor entre mis manos,
cuántos
besos, cuántas citas
que
ya nunca volverán.
Sin
embargo, de la ingrata
que
amé tanto, ni una carta
que
me pueda consolar.
Esta
carta dice angustias que pasaron,
y
ésta otra, de un amor que regresó.
Grandes
ojos que rieron y lloraron,
todo
dicen estas cartas de pasión.
Ya
en mi ocaso con la sien encanecida
quiero
ver en una hoguera tanto amor
que
su llama de igual modo que en la vida
me
acaricie hoy que ha muerto el corazón.
Cartas
viejas...
Nadie
sabe las historias
que
aquí dentro hay encerradas
que
jamás renacerán.
De
mujeres que eran buenas,
de
mujeres que eran malas,
y
que nunca pude amar.
Cartas
viejas...
Cuánto
amor entre mis manos,
cuántos
besos, cuántas citas
que
ya nunca volverán.
Sin
embargo, de la ingrata
que
amé tanto, ni una carta
que
me pueda consolar.
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