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consejos para potenciar la inteligencia - Enrique Rojas
La
palabra inteligencia procede de dos voces latinas: intus y legere, lo que
sería «leer por dentro». No es fácil, como veremos a lo largo de las páginas de este libro, dar una definición sencilla y clara, pues debo decir de entrada que existen muchos tipos de inteligencia. Debemos por tanto hablar de inteligencias en plural y, como veremos en otro capítulo, podemos describir una serie de modalidades en donde los muchos matices que se dan originan un inventario amplio con todo tipo de particularidades en las que poner el acento.
sería «leer por dentro». No es fácil, como veremos a lo largo de las páginas de este libro, dar una definición sencilla y clara, pues debo decir de entrada que existen muchos tipos de inteligencia. Debemos por tanto hablar de inteligencias en plural y, como veremos en otro capítulo, podemos describir una serie de modalidades en donde los muchos matices que se dan originan un inventario amplio con todo tipo de particularidades en las que poner el acento.
Voy
a ir dando una serie de definiciones que no son sino pinceladas que nos
acercan, que nos aproximan a lo que realmente se esconde en el interior de este
concepto. Inteligencia es capacidad para captar la realidad en su complejidad y
en sus conexiones. Es tener una visión verdadera de la realidad, con todo lo
que eso significa. Inteligencia es saber distinguir lo accesorio de lo
fundamental. Lo diría de otra manera: inteligencia es capacidad de síntesis o
también capacidad para recibir información (input), procesarla de forma
adecuada y dar respuestas eficaces que se ajustan a la realidad (output). Por tanto,
se trata de la habilidad computacional para seguir la línea mejor, el
comportamiento más sano, para ser más libre e independiente. No debemos perder de vista
que son muchas las dimensiones que se hospedan dentro de la inteligencia. Las
iré desgranando en el curso de las siguientes páginas.
Dentro
de esta cascada de conceptos la inteligencia implica saber utilizar los instrumentos
de la razón[1] de forma eficaz y productiva. Allí donde hay comprensión lógica
o racional, allí hay una persona inteligente. Inteligencia es saber ensayar una
solución adecuada a un problema concreto. En una palabra: libre juego de las
facultades superiores para saber pensar, dirigiendo nuestra conducta de forma
equilibrada, estando en la realidad.
El
novelista William Golding, en su libro El señor de las moscas, nos cuenta una
historia protagonizada por náufragos. En una isla deshabitada un grupo de niños
ha sobrevivido a un accidente aéreo y necesitan organizar su vida. Destacan dos
niños: uno, Ralph, es bastante razonable y pide unas normas; otro, Jack, se
convierte en su 8contrincante, totalmente opuesto. Es la razón frente a la
espontaneidad sin sujeción. El primero es más bien tímido y cerebral; el
segundo es bastante más vital y llega a ser violento en su afán de que no
existan reglas: ¡que entre con fuerza el relativismo! Pero asoma un tercer
personaje: Piggy, un niño listo y débil, asmático, que se da cuenta de la
gravedad de la situación. Él quiere también unas reglas y se acuerda de la central
de autobuses de su pueblo, con sus luces y sus señales, que indican por dónde
hay que ir. Es importante saber que la inteligencia natural, la que cada uno
tiene como dotación genética, debe ser pulida, limada, retocada, ilustrada para
que se le pueda sacar el mejor rendimiento.
Por
ello la inteligencia consiste en un conjunto de operaciones para manejar la
información remota y reciente que da como resultado un comportamiento positivo,
equilibrado, sano. Hay un caudal de datos y experiencias que vienen de nuestra
biografía y que deben combinarse con lo actual. Se juntan el pasado vivido y el
presente fugaz. La inteligencia es el arte y el oficio de utilizar los
distintos componentes de nuestro patrimonio psicológico (percepción, memoria,
pensamiento, conciencia, afectividad, vida de los impulsos, voluntad, etc.)
para responder a las incidencias de la vida personal de la mejor manera
posible. Esto significa que cuando actuamos, enjuiciamos o tomamos una decisión
de cierta importancia hay muchos ingredientes que se arremolinan ayudando y
oficiando para que las cosas salgan del mejor modo. Es como una gran orquesta
que produce una sinfonía[2]. Es saber gestionar la vida personal de forma sana
y equilibrada.
Sin
embargo, las cosas no quedan solo ahí: inteligencia es también la capacidad
para hacer preguntas esenciales y dar respuestas coherentes y completas.
Poderosa conjunción de recuerdos, imágenes, sentimientos, reflexiones, etc.
Inteligencia es el arte de usar la computadora mental de cada uno, con dos
elementos clave: objetivos e instrumentos, medios y fines[3]. Se trata de hacer
preguntas decisivas, de buscar las mejores respuestas y poner todo ello en práctica[4].
En
el animal existe un tipo de inteligencia que se mueve dentro de unos esquemas y
programas establecidos, mientras que el ser humano es capaz de inventar y
diseñar sus propios programas[5]. Una buena inteligencia sabe computar lo
vivido con lo sabido, la experiencia de la vida con los diferentes
conocimientos que ha ido aprendiendo. Por eso una inteligencia bien conjugada
debe aproximarnos a un mayor grado de felicidad. Es capacidad para aprender,
tino para juzgar, imaginación y arte para gestionar la propia vida, aspirando a
lo mejor. Son muchos los factores: inteligencia es aprender a discriminar.
Voy
a explicarlo con unos ejemplos tomados de la vida misma. Para ello me voy a
valer de un cardiólogo, un ornitólogo, un catador de vinos y un psiquiatra. El
cardiólogo ausculta con el fonendo a su paciente. No tiene mayor agudeza
auditiva que los demás, pero al ser un médico especialista en esa área capta
más información y es capaz de darse cuenta de si hay un soplo cardiaco, una
arritmia o latidos descompensados. Al ornitólogo le pasa lo mismo: en la
algarabía del bosque aprende a distinguir el sonido de cada pájaro 9y sabe
discriminar ese lenguaje etéreo, desdibujado, de contornos difusos. Se adentra
en la selva de esos lenguajes, sabe ordenarlos y los clasifica y agrupa. El
catador de vinos es un explorador minucioso de los caldos que tiene que probar
y se detiene en cada una de sus cuatro fases: la visual, que le permite ver el
color sobre una superficie blanca; luego mete la nariz en la copa, previamente
movida, y sus fosas nasales reciben las primeras impresiones del líquido
elemento; después viene el momento clave, que es cuando el vino es propiamente
probado. Las papilas gustativas se empapan de él y es capaz de decir lo que
experimenta. Pensemos en un Malbec argentino, que tanta calidad tiene. Uno
puede decir en esta tercera etapa de análisis: vino intenso, de sabor
aterciopelado, que nos trae el recuerdo de frutos rojos tipo cereza, compota,
café, bayas… Sus diversos contenidos dejan un regusto a esos frutos rojos del
campo, con toques de fresas desdibujados y sutiles. Y al final, el retrogusto:
largo, agradable, sólido, persistente, propio de un Malbec de calidad.
Finalmente
asoma el psiquiatra, al que le sucede algo parecido a los tres personajes
mencionados. Se sienta delante de una persona y aparece un diálogo abierto de
preguntas, silencios y respuestas. Va estudiando la ingeniería de la conducta,
lo que el otro dice y lo que calla. Se revelan el lenguaje verbal, el lenguaje
no verbal, el subliminal… Una hora da para mucho si el especialista sabe aplicar los
instrumentos propios de la psicología y cómo adentrarse en la intimidad del
otro y descubrir cómo es su forma de ser, qué le preocupa, cuáles son sus
objetivos de vida… Así como elaborar una apretada síntesis de su biografía.
Cada
una de estas cuatro personas tiene desarrolladas unas capacidades perceptivas
bien distintas. No es que el cardiólogo tenga mejor oído que el ornitólogo o
que el catador de vinos sea más inteligente o que el psiquiatra sea una persona
superior. No se trata de eso, sino de que cada uno ha desplegado un potencial
de discriminación muy concreto. Eso es la inteligencia específica, que se
especializa en una materia y la observa y estudia con detalle, con precisión.
La inteligencia consiste en una conjunción de operaciones mentales en las que
entran en juego muchas piezas informativas que se mezclan y a la vez se
agrupan.
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