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sábado, 2 de mayo de 2020

Una cosa por otra (02.05.2020)

Una cosa por otra (02.05.2020)
Juan José Millas - Interviú 31.08.2015
Lunes. Veo desde el sofá a un representante de la telebasura. Lo están
entrevistando a propósito de su trabajo. Esta es su respuesta:
–El público no es tonto.

Es lo mismo que dicen los representantes de la política basura:
–El votante no es tonto.

Y los autores de best sellers baratos:
–El lector no es tonto.

Y los directores de las películas malas:
–El espectador no es tonto.

Nos quedamos aquí, aunque podríamos seguir. El caso es que si sumamos la cantidad de personas que no son tontas, el resultado te estremece. Somos un país de gente lista que vemos telebasura por un tubo, votamos con los pies, leemos novelas de quiosco y disfrutamos con el cine de caca, culo, pedo, pis. Enhorabuena.

Martes. Le pregunto a mi psicoanalista, con quien durante el verano me comunico a través de Skype, si llegado el momento sería capaz de torturarme.

—¿Llegado qué momento? —dice ella.

—Llegado el momento en que el Gobierno se lo pidiera —digo yo.

—¿Y por qué me iba a pedir eso el Gobierno? —dice ella.

—Porque los gobiernos lo piden de vez en cuando —digo yo.

Ante su perplejidad silenciosa, saco del bolsillo un recorte de periódico que muestro al objetivo. Se trata de una noticia según la cual la Asociación Americana de Psicología colaboró con la CIA en las torturas infligidas a los sospechosos tras los atentados del 11-S. Estaban allí los psicólogos, angelitos, viendo cómo introducían las cabezas de los detenidos en cubos llenos de mierda y las volvían a sacar cuando ya se encontraban al borde del ahogo. Es un ejemplo, por no repetir lo de la picana, la privación del sueño o la amenaza de violar a la madre. Parece ser que la Asociación suspendió temporalmente su reglamento ético para que los psicólogos pudieran acudir sin problemas de conciencia a las cárceles secretas de la CIA y evaluar en qué momento las torturas podían producir un cuadro de estrés postraumático, que era en ninguno porque estaban de acuerdo con ellas.

—No sabía —dice mi psicoanalista.

—La cuestión es si usted, llegado el momento, me torturaría.

—Yo no —dice ella—, ya se tortura usted bastante.

En ese momento, y como estoy en un pueblo con poca cobertura, se van la imagen y el sonido. Eso, o que ella ha cortado la comunicación.

Miércoles. ¿Hay alguien, en alguna institución, que controle que un quilo pesa siempre un quilo? Lo digo porque esta mañana, al volver de caminar, me pesaban las piernas más de lo habitual sin que ninguna circunstancia lo explicara. Estuve dándole vueltas al asunto todo el día y al final de la tarde se me ocurrió pesar en la balanza de la cocina una lata de mejillones de 200 gramos. Resultan que pesaba 210, un 5% más de lo debido. Repetí la operación con diversas conservas y hasta con un paquete de espaguetis de cuarto de quilo y todo pesaba un 5% más de lo que figuraba en la etiqueta. Finalmente fui al cuarto de baño, me pesé en la báscula doméstica y pesaba justo el 5% más que ayer a la misma hora. Le pregunté a mi mujer:

—¿Te notas más pesada?

—¿Ya estás insultando? —dijo ella.

—Es para un experimento científico —dije yo.

—Pues se lo preguntas a tu madre —dijo ella.

Daba la casualidad de que conservo las cenizas de mi madre en el fondo de un armario de la casa de verano. Las pesé en su día para comprobar eso que dicen del peso del alma y me acordaba del resultado. Las puse, en fin, sobre la balanza, y también el peso de sus restos había aumentado en la misma proporción que todo lo demás. Me pareció evidente que la fuerza de la gravedad había crecido, lo que podría provocar innumerables catástrofes. Llamé al Ministerio de Medio Ambiente, me identifiqué, expuse el descubrimiento y me colgaron.

Jueves. Las latas de conserva, las personas y los restos humanos han recuperado su peso habitual. Debió de tratarse de un fallo momentáneo de las leyes del Universo. Quizá la Luna se aproximó a la Tierra unos centímetros más de lo debido. Mi mujer me pregunta por qué ando pesando todo y le digo que se lo pregunte a su madre. Quid pro quo. Una cosa por otra.

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