Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo, buscó la casa del zapatero y le dijo:
—Hermano,
soy muy pobre y no tengo una sola moneda en la bolsa; estas son mis únicas
sandalias y están rotas, si tú me hicieras el favor...
El
zapatero le dijo:
—Estoy
cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar.
El
Señor le dijo:
—Yo
podría darte todo lo que tú necesitas.
El
zapatero desconfiado, viendo a un mendigo le preguntó:
—¿Tú
podrías darme el millón de dólares que yo necesito para ser feliz?
El
Señor le dijo:
—Yo
podría darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo.
—¿A
cambio de qué? —preguntó el zapatero.
—A
cambio... de tus piernas.
El
zapatero preguntó:
—¿Para
qué quiero yo diez millones de dólares si no voy a poder caminar?
Entonces
le dijo el Señor:
—Puedo darte cien millones de dólares a cambio
de tus brazos.
El
zapatero preguntó:
—¿Para qué quiero yo cien millones de dólares
si ni siquiera voy a poder comer solo?
Entonces
el Señor le dijo:
—Puedo
darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos.
El
zapatero pensó poco y respondió:
—¿Para
qué quiero yo mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a mis
hijos, a mis amigos?
Entonces
el Señor le dijo:
—¡Ah!
hermano, hermano, que fortuna tienes... ¡ Y no te das cuenta!
Facundo
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