Haya
por el siglo VIII, en el al-Ándaluz, nace nuestro cuento, no con todos sus
protagonistas. El más conocido y principal de todos, el tomate, llega a España
en el siglo XVI, procedente de tierras aztecas, pero todavía no se le invita a
que actué en esta obra hasta el siglo XIX que entra a formar parte de este
cuento como actor principal.
Por
aquellas o estas fechas un autor desconocido y anónimo, empieza trajinar
mentalmente este relato, preguntándose:
—¿Cómo
escribir todo esto para que les guste a los lectores?
No
da con la clave principal, pero él no se amilana, y sigue, sigue pensando. Coge
un folio, hace anotaciones. No le gusta, por lo que vuelve a tomar otro.
Desesperado lo deja por ese día. Va a la cocina, nota que tiene gusa. —¡Va! Me
voy a preparar una ensalada de tomate.
Sin
pensarlos dos veces, toma de la nevera los ingredientes para la misma: Tomates,
pimiento verde, pepino, aceite de oliva (de la tierra, como debe ser), vinagre
y sal. Para beber, agua. Y todo esto lo acompaña con una buena de hogaza de
pan, a la que untará ajo.
Toma
la ensaladera zinc de la abuela, y con el cuchillo en la mano, empieza a corta
todos nuestros actores del cuento. Uno por uno los va depositando en la
ensaladera, al llegar a los tomates, éstos están demasiados blandos y al
partirlos, se van deshaciendo esparciéndose por encima de los demás
componentes. Una vez que parte los protagonistas están en el escenario
(ensaladera), les agrega los que faltan, el aceite, el vinagre y la sal. Hecho
que lo culmina con la acción de remover.
Se
dice a sí mismo: —Ya tengo el cuento preparado.
He
aquí que, al tomar el vaso de agua y el pan untado con ajo, se les resbalan de
las manos, yendo a parar al interior de la ensaladera, donde se encuentra todos
los actores de esta preciosa narración.
El
pan empieza a empaparse con el agua que cubre a todos nuestros protagonistas, a
su vez, absorbe también parte del aceite y del vinagre. El autor al contemplar
su obra exclama con asombro, ¡Joder, la que he liado!
Se
queda perplejo con este final, pero viendo el aspecto que tiene para la vista,
se pegunta interiormente: —¿Cómo puedo arreglar este desaguisado?
Vuelta
a pensar en cómo lo podía convertir útil a la vista y grato al paladar. No le
da más remolinos al asunto. Coge la trituradora de cristal y vuelca todo en su
interior. Aprieta una vez el interruptor. Mira. No es de su gusto. Lo hace de
nuevo. Esta vez, así a así. No lo duda. Mientras lo mira, inicia otra maniobra
de trituración. Para. Ahora le convence más.
Se
dice, —este color rojizo es muy agradable, veremos el sabor.
Se
encamina hacia dónde está el cajón de los cubiertos y, tomando una cuchara le
mete en la trituradora y llena el cubierto con parte del producto. Se lo acerca
a los labios al mismo tiempo que lo huele. Mentalmente comenta: —Olor
extraordinario. Sabor insuperable.
El
artista después de finalizar su obra titubea cómo llamarla. De pronto se
descubre su cabeza del sombrero andaluz, se rasca la testa y murmurando
exclama, ¡Gazpacho andaluz! Así es como lo llamaré. Pero como quedaba un poco
cojo le agrega delante: “El cuento del”. Dicho y hecho, así queda al terminar:
“El
cuento del gazpacho andaluz”
Actores
que interviene en la obra titulada al final:
• Tomate pera 1 kg
• Pimiento verde italiano 1
• Pepino 1
• Dientes de ajo 2
• Pan de hogaza duro 50 g
• Aceite de oliva virgen 50 ml
• Agua 250
ml
• Vinagre de Jerez 30 ml
• Sal 5
g
(El
aforo de la obra (degustación) es para seis personas)
La
realización de la obra es como sigue: Se pela y corta los tomates, se corta el
pimiento, se pela y corta el pepino, se pela y corta el ajo, se parte en trozos
el pan, se vierte el aceite, después el vinagre, se echa la sal. Una vez todo
en la trituradora de cristal, se acciona ésta hasta que el producto resultante
esté al gusto del comensal.
En
algunos teatros (restaurantes y hogares) se le acompaña con un picadillo,
individualizado por productos y en recipientes individuales, con:
Trocitos
pequeños de tomate, pepino, pimiento y pan; en otros se sirve, además, jamón y
cebolla bien picada.
Y
cómo es de esperar, después de degustar y tragar, cada uno aplaude a rabiar al
final.
Se
quiere dejar constancia, de que todo esto puede variar dependiendo de la
denominación de origen de la región o clasificación personal, ya sea de la
provincia o comunidad de este reino de España.
bayekas
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