La
luz se apaga y se enciende (12.03.2020)
Estaba
tumbado en casa en el sofá mirando el techo, cuando de pronto la luz del mismo
se enciende. Me quedo mirando como un tonto la luz situada en el techo del
salón, de nuevo se apaga, se vuelve a encender, así en varias ocasiones.
En
esa posición, me quedé recordando el tiempo pasado, el que uno ha vivido bien o
mal, o tal vez regular, ese al que solemos llamar "años cumplidos".
De ese tiempo, a uno le quedan ciertos recuerdos que rememora, casi siempre son
los buenos, esos que uno pasó con diversión y alegría, esos son los que se
recuerdan con verdadera devoción.
La
luz seguía encendiéndose y apagándose, hasta que mi mujer acciona el interruptor
y se queda apagada. Si preguntar nada, mi señora me dice, que el interruptor se
quedó como atascado y por eso hacia esa acción.
Me
quedo por un momento pensando en todo lo que me ha sucedido, en lo que he
realizado, me han hecho, en las personas que han pasado, pasan y se quedan en
mi vida, sin más, me viene estas letras que a continuación reproduzco:
La
luz es como la amistad, al principio es fuerte, continua y fija, con el tiempo
da destellos, entonces te das cuenta, te avisa, de que su intermitencia no es
irregular, no es la conveniente, pero tú quieres continuar con ella,
mantenerla; pero sabes que ese encender y apagar de la bombilla (amistad),
terminará por fundirla, dejarla inservible, temiendo eso, apagas la luz,
inmediatamente y sin pensarlo, aprietas el interruptor con el fin de que se
encienda y se quede fija, necesitas que se encienda, que funcione como antes,
pero sabes que esto no depende de ti, depende también de la otra parte, del
amigo o amiga que está al otro lado.
Apresuradamente
accionas el interruptor, ansiando que se encienda, que se quede fija, pero en
tu corazón sabes que es ya tarde. No ha pasado ni un segundo, cuando le das al
interruptor y ves que la luz no viene, miras la bombilla y ves que está bien,
qué funciona. Vuelves ansiosamente a operar de nuevo con el interruptor, pero
nada, la luz no vuelve, la bombilla no se enciende.
Al
final sacas la conclusión de que, en la otra parte, el amigo o amiga, ha
accionado el interruptor y lo ha dejado apagada eternamente. Te embarga la
tristeza, el desconsuelo. Lo estabas temiendo, porque veías que la otra parte
(tu amigo o amiga) se estaba distanciando, ya no se comunicaba contigo con esa
alegría de antes, era como si estuviera forzado hacerlo.
Te
hechas a llorar, porque cuando un amigo se va, algo se mueren en el alma, en tu
interior, en tu alma; gritas desgarradamente y a los cuatro vientos,
¡¡¿Por
qué?!!
Hasta
hoy, sigues sin respuestas, ese árbol se ha trocando, ha caído, muy a pesar mío.
Hoy solo te queda el recuerdo de lo que fue. Nada más. Así es la vida, unos
vienen y otros van. Una lástima.
Pero
la vida continúa con ellos o sin ellos. Lo único que te queda por decir. Adiós.
Qué te vaya bien.
bayekas
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