Querida
madre,
Qué
liberación poder escribirte esta carta después de tantos años conmigo. Te
escribo esta carta para darte las GRACIAS. Sé que hemos tenido nuestros más y
nuestros menos. A veces no te he agradecido lo suficiente todo lo que has hecho
por mí. Ha habido momentos en que me ha costado aceptar tus consejos y
recomendaciones.
Entiendo
que solo querías lo mejor para mí, qué me estabas enseñando tú manera de hacer
las cosas. Ahora veo que necesitaba aprender tu manera de hacer las cosas para
encontrar también la mía propia. Mi propio estilo y mi propio camino.
Siento
si te lo puse muy difícil en mi niñez o mi adolescencia. Me costaba ver, que
tenías también tus propios asuntos diferentes a los míos. También veo que lo
hiciste lo mejor que supiste y pudiste conmigo. Y no te culpo.
Aquí
estoy, hecha toda una adulta gracias a ti entre otras cosas. Cuando empecé mi
adultez me quedé muy enfadada contigo. No entendía ciertas decisiones que
habías tomado. Y te culpaba de todo lo que había ocurrido. Y eso no fue justo.
Ahora
comprendo también, que no podías haber hecho otra cosa. Que estuvo bien tal
como fue. Y ya no intento cambiar las cosas que pasaron en la familia. Ya no
intento cambiar el pasado, sino que lo ACEPTO tal y como es. Y eso me libera.
Ahora
te puedo ver como adulta y aun así sigues siendo mi madre. Esa madre que se
desvive por mí a su manera. Cada madre tiene la suya. Todas las formas de ser
madre están bien, porque todas nos enseñan algo. Tú me has enseñado mucha mamá.
Y te quiero dar gracias por eso. Me has enseñado a AMAR más allá de cuánto nos
veamos. Me has enseñado a confiar en el amor, a ser tierna y a tener FUERZA y
PERSEVERANCIA en mi vida entre otras muchas cosas.
GRACIAS
mamá.
Gracias
porque, aunque ahora lo hago a mi manera, tu forma sentó las bases. Siento si
aún a veces me enfado, porque tardas mucho, porque llegas tarde, o porque no
has salido del despacho y son altas horas de la madrugada. Aún a veces, me
gustaría cambiar algunas cosas de ti. Pero, también te digo que si algo he
aprendido es a saber que NO PUEDO CAMBIARTE. También estoy de acuerdo con eso.
También estoy tranquila con eso.
Digo
SI a la vida tal y cómo es, y que viene a través de ti. Tú ya me has dado todo
lo que tenías que darme. A partir de ahora me ocupo yo.
GRACIAS
por todas tus enseñanzas, y todo lo que me has transmitido.
Me
tendrás siempre como tu HIJA. Te quiero dedicar unos versos de Bert Hellinger
que hablan sobre la vida que un día me diste y que ahora acepto con honor.
Te
quiere mucho.
Tu
hija.
Querida
Mamá / querida mami:
Te
tomo de ti, toda, entera,
con
lo bueno y lo malo,
y
la tomo al precio entero que a ti te costó
y
que a mí me cuesta ahora.
La
aprovecharé para alegría tuya
(y
en tu memoria).
No
habrá sido en vano.
La
sujeto firmemente y le doy la honra,
y,
si puedo, la pasaré, como tú lo hiciste.
Te
tomo como mi madre,
y
tú puedes tenerme como tu hijo / tu hija.
Tú
eres la Verdadera para mí,
y
yo soy tu verdadero hijo (hija).
Tú
eres la grande y yo soy el
pequeño (la pequeña).
Tú
das, yo tomo.
Querida
Mamá:
me
alegro de que hayas elegido a Papá.
Ustedes
son los únicos para mí. ¡Sólo ustedes
Poema
de Bert Hellinger.
Adriana
Reyes
Directora,
psicóloga sanitaria especializada en adultos, parejas y familias.
Psicóloga
y Psicoterapeuta colegiada nº 19.831
No hay comentarios:
Publicar un comentario