Camino
sin rumbo (16.03.2020)
Vivo
una vida nómada, errante, no encuentro un sitio concreto en donde vivir. Por
uno u otro motivo no puedo asentarme, hincar raíces que me aten a un lugar, a
un sitio donde poder formar mi fortaleza en esta vida. Lo he intentado en
infinidad de poblaciones, y todos, con el mismo resultado.
Vuelta
a cargar mis pertenencias, mis experiencias, mis sombras y dudas, mis
desesperaciones y ambiciones. Todo devuelta de nuevo al macuto de mi vida; una
vez más, a errar por los senderos inexcusables de este sentir sin rumbo fijo.
Estoy
cansado, no del viajar, de las dudas que me embarga al llegar a cada comarca o
pueblo que encuentro, siento, creo que será el último, que ahí fijaré mis
aposentos, más no, de nuevo siento el camino bajo mis botas, no me duele el vagar
de aquí para allá, eso no me produce color o consuelo, lo que sí, me duele, es la
incertidumbre que me asoma, que me embarga al llegar a un lugar nuevo. Entonces
me digo, sin pensarlo, —este es el último, este es el final—. Más no es así.
Otra
vez, de nuevo en el camino me veo, ya no miro hacia donde voy, que el andar de
mis pies sean el que trace la ruta que me lleve a ese punto que he forjar mí
hacienda.
Hoy
me he levantado optimista, más que nunca, feliz me veo, siento que el final
para sentar mis posaderas está cerca, creo que hoy encontraré un paraje en el
que me sienta a gusto, que no me mueva de allí, huelo que estoy muy próximo.
Voy
despacio, no tengo prisa, sé que ese final está muy cerca, cada vez más, me
encuentro alegre, por fin hallaré ese sitio determinado donde seré feliz. Sigo
el camino, siento dentro de mí que estoy llegando.
De
pronto me paro, un dolor fuerte en el lado derecho del pecho me hace doblarme
de dolor. Miró al cielo, veo una luz que resplandece en su infinito azul. En
ese preciso instante, siento que allí hallaré mi final, mis raíces sembrará como
abono está tierra, algo de mí siempre aquí se quedará. Hoy por fin he dejado de
andar. He llegado al punto y final de mi andadura. Hoy he llegado a conquistar
el reino de la paz eterna. ¡Qué tranquilidad!
bayekas
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