Charlas
dominicales - Buen humor 22 mayo 1927
—¿Qué
mujeres os gustan más, Sire: las que hablan mucho o las otras?
—¿Qué
otras? —respondió, con sorna, el inglés.
¿Tiene
gracia el cuentecito?...
Lo
que tiene es mala intención. Los hombres llamamos habladoras a las mujeres,
siendo nosotros mucho más charlatanes que ellas.
No
es la mujer; es el hombre quien se muere por hablar.
Y
esto de se muere no es un tropo.
Cierto
general teutón cayó muerto, pero muerto de veras, ante la estatua de Bismark
por no poder desembotéllar su discurso.
La
crisis parlamentaria ha traído la epidemia de las Conferencias.
¡Ciento
veinte diarias se celebran actualmente en Madrid!
¡Y
en Europa, no digamos!
Cuando, a poco, leímos que se aplazaba la Conferencia del Desarme, lo dudamos.
¿Suspenderse
una Conferencia?...
¡Será
la única! —nos decíamos.
Y
es que la verborrea triunfa en todas partes. Sobre todo, en esta villa del loro
y del madroño.
El
hecho es evidente.
Las
conferenciantes se multiplican...
Los
oyentes se dividen...
Los
azucarillos suben de precio...
¿Qué
hacer en momento tal?...
Muy
sencillo. Inaugurar en BUEN HUMOR estas "Charlas", que, por ser
dominicales, serán festivas.
¡Que
haya una Charla más, qué importa al mundo!
Es
preciso seguir la moda masculina.
Las
dos modas masculinas, mejor dicho.
¡Muy
pronto el hombre será un animal de pantalón corto y lengua larga!
¡Descubramos
las rodillas y hablemos por los codos!
Aquí,
por lo del buen callar, no nos llamamos Sancho.
Ni,
por lo de mudos, hemos nacido en Múdela.
Nosotros
somos de Parla.
Y
vamos a darle a la sin hueso, hablando de todo lo humano y lo divino.
Conque...
¡atención, radioescuchas!
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