-Te
digo Jozeliyo, que si no me lo quitan, le jago porvo.
-Pues
náa; que estábamos tomando unas cañitas de manzanilla en cá er Pelote, yo, el
Mengues, Latiguiyo, Cara cortaá y er Niño la bola, cuando entra el Chato con
una merlusa de esas de jasen época por lo grande y perá, y sin dar los güenos
días tan siquiera, se encara conmigo y me dise:
-Oye,
niño; ¿a tí no tán confirmao entavía?
-¡Hombre!,
la verdá, no m´acuerdo, porque esas cosas se las jasen a uno cuando es chequitiyo,
le contesté.
-Pues
por si acaso se le orvidó a tu mare cumpli con este mandamiento, te voy a poné
yo toos estos sinco a un tiempo en la cara. Y me sortó una gofetá de tiro
rápido en este carrillo, que me jiso agomitar hasta la muela der juisio.
-Si,
te ha dejao la cara más negra que la sotana de un pare cura. ¿Y tú te echarías
a er de enseguía?
-¿Qué
si me eché? ¡Cómo una fiera! ¿No te he dicho qué si no me lo quitan le jago
provo?
-Oye,
¿y esta mancha que tienes en el ojo?
-Un
puñetazo que me arrimó aquer béstia.
-¿Y
este rosetón en la narí?
-Un
bocao que me dió aquer animá.
-Pues
compare, te ha puesto la cara con más colores que un arco iris. ¡Tú le habrás
liquidao ar Chato la poca narí que le queaba? ¿Le habrás jecho porvo?
-Ese
es mi doló, compare, que se ha dio sin una partícula de señal en tóo su cuerpo.
¡Cómo me lo quitaron! ¡Sinó, le jago provo!
-Esta
ha sio tu suerte, que te le quitarán, porque sinó te lo quitan de ensima, a tí
si que te jase porvo er Chato ese, ó cuando menos te deja las narices der
tamaño de las suyas.
Alegre
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