Junto
a la ropa sucia el papel de regalo.
La
distancia tenía color de hierba y bosque,
autopistas
lavadas por la lluvia,
direcciones
escritas en periódicos.
Y
recuerdo también
mañanas
intermedias en el coche
de
un extraño cualquiera,
posiblemente
amigo de otro amigo,
un
extraño que fuerza sus palabras,
y
persigue emisoras con noticias del Sur
y
me pregunta por el sol de marzo.
La
distancia tenía color de escaparate,
teléfonos
a cobro revertido,
y
detrás de los faros
esos
rostros que luego,
cuando
se llega a casa,
suelen
perder su nombre en las fotografías.
Indicadores
neutros se llenaban de gente
y
surgían promesas al calor de un encuentro,
noches
para contar,
ciudades
convertidas en anécdota.
Junto
a la ropa sucia el papel de regalo.
Pero
desde que viajo sin ausencia
y
todo va conmigo,
los
bosques ya no piensan en el Sur
y
la distancia tiene
un
color de palabras soportadas,
color
de mi silencio,
mi
camino.
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