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jueves, 2 de abril de 2020

Permítanme que les cuente el cuento de la culebra rastrera (02.04.2020)

Permítanme que les cuente el cuento de la culebra rastrera (02.04.2020)
Érase que se era, como puede ser, en un lugar cualquiera, allí vivía un ser, al que todos le llamaban, “Manue el Culebra”. Y tú te preguntarás ¿cómo convirtió en culebra?

Manue era un hombre muy rastrero, era tal su inclinación hacia esa forma de vida, que los que le conocían le nombraban: Manue “el Rastrero”. Más él no hacía caso a los comentarios de la calle, a la voz del pueblo llano y menos de montañas o pendientes.

En el trabajo, sus compañeros no le apreciaban por su comportamiento rastrero y despreciable, en cualquier momento se le podía ver rastreándose con su lengua viperina hacía la puerta del despacho del jefe.

Su vileza era tal, que aparte le pusieron el alias “el Rastrero”, nadie le podía ver, y menos hablar con él.

Un día de vacaciones marchó, aún lugar raro y extraño, dónde por su singularidad era escasamente visitado, además por sus rareza y malestar todo el mundo se alejaba más y más de aquella comarca ten terrorífica, así era en realidad.

Manue el Rastrero, allí se encontraba, su fama le predecía, era muy conocido en el lugar por su forma de actuar. En el siniestro lugar, había un templo que lo llevaba un brujo que practicaba la magia negra ancestral.

Sin poderse contener por conocer el lugar, Manue rastreándose allí que va. El mago que lo ve y le recibe, y con él se pone habla. Nada más terminar las presentaciones, Manue el Rastrero con el mago se pone alardear, que si yo aquí, que si yo haya, que si yo me rastreaba con el jefe para poder aumentar mi categoría laboral.

El brujo que le escucha y no pudiendo aguantar más por su forma rastrera de hablar, hace su brujería gritando:

Por tu forma rastrera de comportarte, por tu reptiliana forma de moverse y por tu lengua viperina al vocalizar, tú en culebra te has de formar.

De pronto un halo de vapor bajo del cielo como una nube que le cubrió en su totalidad, cuándo el vapor se hubo disipado, Manue en culebra se había transformado.

Desde ese preciso momento cuándo alguien le nombraba, así se presentaba, el Culebra de Manue ahí estaba.

Cuándo veas a alguien rastrear, recuérdale el cuento el Culebra Manue, de esta manera se acojonará y lo dejará de hacer.
bayekas

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